martes, 17 de febrero de 2009

belleza en una bola de cristal

Mientras caminaba por las contiguas calles de aquella gran ciudad, observaba todo a mí alrededor. La gente continuaba, no se paraba. Los coches, atascados, pitaban sin cesar por salir de una vez de aquel monstruoso atasco que abarcaba la gran avenida. Mis pasos eran lentos y silenciosos. Si mantenías fija la mirada en el suelo mientras tus pies avanzaban por el podías ver miles de historias inscritas en el. Podían verse billetes de autobús, de lotería, chicles secos pegados como un demonio aferrado a un infiel. Hasta que, por alguna rara razón encontré algo… algo tan simple como imperceptible del resto de los caminantes de aquella ocupada acera. Era una pequeña bola de cristal, tan péquela como una canica. Su superficie, lisa, reflejaba la poca luz que le llegaba del oscurecido cielo, haciéndola brillar como si tuviera en sus adentros un pequeño sol. Me pare y la observe. Lentamente, mi mano se acerco hacia ella y con lentitud la cogió. Observándola desde la altura de mi mano, levantado. Podía observar como su cuerpo perfecto brillaba sobre mi imperfecta mano. De pronto paro de brillar. Algo extraño a mi parecer, el sol aun brillaba desde sus alturas pero la bola no quería brillar. Mi dedo, incauto, oso tocarla. En ese mismo instante un fogonazo de luz apareció en su interior haciendo que me desvaneciera y desapareciera. La canica cayó sin amo alguno. Yo, desaparecido en la nada podía observar millones de colores que brillaban y se separaban unos de otros a la vez que corrían en dirección desconocida. Como un caminante en el cumulo de todas las cosas me vi yo rodeado. Hasta que todo quedo en oscuridad. Jamás volverá a brillar algo tan hermoso como lo que vi aquella vez pensé. Luego, con el parpadeo inconsciente de mis ojos volví a aparecer donde por primera vez desaparecí, envuelto de gente otra vez. Mire a mí alrededor. Era el mismo lugar, el mismo sitio donde aquella bola extraña me había consumido y ahora, sin saber el porqué, me había expulsado de su interior. Intente buscarla mas no pude encontrarla… jamás la encontré… y jamás podre volver a entrar en algo tan hermoso como simple.

domingo, 8 de febrero de 2009

ojala pudiera verte de nuevo...

Hace tiempo que no te veo, hace tiempo que no te oigo. Hace mucho tiempo que ya no hablamos ni juntos caminamos. Quiero volver a tener tu suave mano junto a la mía. Quiero ver esas pupilas tan hermosas contra las mías.

Mas solo puedo chillar al viento tu nombre y esperar a que algún milagro pase. Despierta, no estás ni nunca volverás. Tu último adiós fue el primero de nuestro silencio separado por la distancia. Simplemente espero que algún día vuelvas con tu melena ondulada, color avellana, y por fin te pueda volver a ver.

Ya casi no recuerdo tu nombre, ya casi no sabría describirte… ya casi no sabría quererte…