miércoles, 30 de noviembre de 2011

El choque del amor

Hoy la luna brilla, hoy hay luna llena. Embobado, me quedo mirándola durante varias vueltas de reloj. No pienso, no sueño, no hago nada más que observar. Veo cada imperfección de la superficie lunar, cada sombra, cada reflejo del pequeño astro. Parece tan cercano que no puedo llegar a imaginar la distancia que me separa de ella. Casi, alzando la mano la puedes tocar y a la vez, en ocasiones, ni la puedes ver de lo distante que esta. Cuando esta la observo, cuando no, la añoro. Cuando esta oculta, la busco; y cuando intenta compararse con el sol, la elijo a ella.

Al igual que nosotros, ella crece y muere, pero vuelve a renacer. Suspiro por morir y renacer. Por volver a cometer errores y aciertos de cero. Por seguir mi camino sin que nada me detenga… pero no es así. No soy la luna, ni siquiera una lejana estrella, y mucho menos, el sol. Soy un cometa que vaga por el cielo. Surca el espacio de un sitio a otro enredando en constelaciones, jugueteando con orbitas, atravesando asteroides mas pequeños que yo, rozando el polvo de las nebulosas… cada choque, cada encuentro, cambia mi trayectoria, mi camino… mi destino.

Pero como con la luna, también poseo un principio y un fin. Mi comienzo es una insonora explosión, un estruendoso choque… un sinfín de causalidades promediadas por un recóndito destino. Pero a lo que mas temo, es a mi fin. Puede ser poco a poco, puedo enredarme en alguna orbita y acercarme poco a poco, como un cazador a su presa hasta chocar, hasta caer del cielo y penetrar en el inexplorado planeta. Desde las primeras vuelvas observas tu destino, tu final. Te atontas y caes en sus brazos. Poco a poco vas adentrándote en su mundo, cada vez mas deprisa, ganando velocidad, ganando ilusión por caer y formas parte de un todo. Un todo mucho más grande que ambos separados.

También un final mas rápido pero no menos emotivamente potencial, es caer sin orbita, chocar directamente, fugazmente. Dos desconocidos unidos por una explosión. Una explosión que surge del corazón y se proyecta en la mirada, en cada unos de los movimientos que nos empujan a estar juntos… hasta finalmente… acabar unidos.

Pero por desgracia, pensamos en chocar, pensamos que caemos con tanta seguridad que de repente algo nos empuja y nos expulsa en el ultimo segundo… alejándonos de nuestro planeta, de nuestro final. Grados de inclinación, misterios si explicación, circunstancias ajenas que nos rebotan y echan, que nos empujan y manipulan… que nos matan y exterminan… observamos desde la lejanía, con ojos llorosos que la distancia aumenta… pensamos en alargar nuestros brazos y cogernos pero es inútil… las fuerzas nos lo impiden… nos lo niegan… nos lo prohíben… únicamente se espera recorrer el universo de nuevo… siguiendo la misma orbita, para poder reencontrarnos de nuevo y al fin, chocar el uno sobre el otro. Para al fin, ser uno solo. Para poner fin a cada una de nuestra existencia y crear una nueva de nuestros cuerpos unidos por aquella colisión soñada que un día nos arrebataron y que millones de años hemos deseado tener.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Demuéstrame si vivo o sueño

Surcas el cielo como una rayo, un haz luminoso que ilumina el techo celeste como una estrella. Desde el suelo puedo escuchar como tus alas cortan el viento, como silba el aire a tu alrededor mientras acaricias las nubes, subiendo y bajando por aquellas alturas que jamás podre tocar. Vuelos perfectos combinados con una noche cerrada. La oscuridad te oculta, te mantiene segura, y únicamente, cuando sales de entre las nubes y la luna esta llena, puedo ver tu silueta, puedo imaginar tu color y puedo sentir tu mirada.

Dicen que solos eres un sueño. Dicen que eres mi desconexión del mundo creada por mi imaginación. También dicen que eres un ángel, aunque también un demonio. Que ayudas y aniquilas, que salvas y exterminas… que eres bella, que eres hostil; que lanzas fuego y pero nadie te ve, como yo te vi.

Unos ojos grandes, profundos, oscuros. Una sonrisa tan perfecta que seria imposible de describir, tus manos eran suaves, y aunque frías, no quería soltar. Y cuando te abrazaba, sentía tus alas pegadas a tu espalda, acariciándome las manos con lo que tal vez fueran plumas, escamas…. No puedo decir que fuera real, puesto que no duro mucho tiempo el momento en que estuvimos los dos cara a cara, tal vez fuera un sueño, un sueño de esas largas noches de mirar al cielo esperando que algo apareciese.

Te vi una vez, ya sea en la realidad en mis fantasías, y solo te pido que vuelvas. Déjame verte una ultima primera vez, déjame acariciarte únicamente una vida entera, déjame sentir tu frio para necesitar mi calor, déjame verme vivo en tus ojos porque solo los tuyos me despiertan. Solo te pido que vuelvas a demostrarme si eres mi sueño o mi vida, porque convertiré mi vida en un sueño y mis sueños serán mi vida.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Fantasmas

Observo la lluvia caer. Miles de gotas salpican el suelo. Los pequeños riachuelos corren por las aceras y carreteras hasta llega a las alcantarillas y donde se pierden con las hojas ya secas del otoño en una profunda oscuridad. Apoyo mi mano sobre el cristal, lo noto frío. Mi cabeza arde como el interior de una maquina llena de engranajes que funcionan a pleno rendimiento, llevando al extremo su potencial, elevando tanto la temperatura que las piezas que lo componen empiezan a derretirse y a caer de sus ejes creando una explosión que inunda mi mente. Intento que el frío del cristal mengue el dolor sin llegar a lograrlo.

Cierro los ojos y escucho la lluvia. Como una cortina invisible que se mueve con el viento mis recuerdos aparecen y se desvanecen una y otra vez, a son del sonido del reloj de pared que me observa como un búho de grandes ojos en la oscuridad de mi habitación. Fantasmas que me gritan con voz callada. Fantasmas de mirada perdida. Lo que hice y lo que pude hacer. Lo malo y lo peor. No soporto más y abro los ojos. Miro como la gente corre, se tapa y se cubre para no sentirse tan inundados como yo; los coches, sucios por el barro y el agua de las calles, alumbran la oscurecida calle. Se empieza a echar la noche.

No consigo aclarar mis ideas. Por un lado, aquellos fantasmas que con tanta fuerza se me aferran a cada uno de mis pensamientos transformándolos en pesadillas, por otro, aquellas acciones que me han llevado a esto, una simple decisión, sin pensar tal vez, pensada demasiado probablemente. La ira, el amor, el odio, la pasión… todo se mezcla dando una reacción toxica que inunda mis venas, matando los restos de corazón que aun sobrevivían.

Siento la espalda dolorida de cada uno de los latigazos que el destino me concede como don, como gracia y como venganza. Me guiña un ojo, me sonríe y me vuelve a fustigar, saltando de mi cuerpo la piel y la sangre que intentan huir de tal atroz acción. Lagrimas negras caen del enrojecido lagrimal pero, de pronto, se detienen. Ya no me quedan mas lagrimas que derramar por el dolor. Continúa y mis gritos callan. Tampoco contengo más. La presión del cuero quemado aumenta, pero también dejo de sangrar, pero en este caso, aun siento el correr de la sangre por mis venas. Cansado del dolor, del sometimiento, soy capaz de romper las cadenas que me atan este camino y me levanto, el sudor aun gotea de mi frente como la lluvia del exterior. Miro fijamente a mi destino, y con la mas pasividad de mis palabras, le niego la existencia, le niego el derecho a la vida, se la arrebato y camino sobre su cuerpo muerto. Las voces desaparecen. Los fantasmas, los latigazos se desvanecen poco a poco… hasta poder sentir de nuevo el aire a lluvia. Abro los ojos y vuelvo a ser yo. Vuelvo a ser libre. Vuelvo a ser un hombre sin destino escrito.



sábado, 19 de noviembre de 2011

A corazón muerto, bestia nace

En la calle, respiro las pequeñas gotas de lluvia que caen sin cesar sobre la calle. El olor me recorre el cuerpo con un temblor por el frío helador de la noche. Camino en la oscuridad. Desconozco que hora puede ser. No tengo hambre, no tengo sed. No necesito nada… mis dolores se van diseminando en el espacio de mi vacío que comienzo a sentir. Aun el vaho continúa saliendo de mi boca, pero ya no siento la escarcha sobre mi piel. Tampoco tengo sueño, ni ninguna otra necesidad. Poco a poco noto que mi corazón deja de latir con su exuberante fuerza hasta desaparecer por completo. Pero tampoco siento nada, ni siquiera mi muerte.

Como un espectador en lo alto de los más alejados palcos de un teatro, observo al resto del mundo caminar, sentir frío, comer y hasta noto como laten sus corazones, como laten solos y acompañados. Echo de menos esa sensación. Echo de menos que mi corazón quiera salir del pecho por otro corazón que esta al otro lado, divididos por carne y aire. Echo de menos saciarme y sentirme lleno, beber y dejar de tener sed, tener frío y calor, amar… y ser amado.

La sensación de no tener corazón, de no sentir nada, de ser frío, me envuelve con una extraña áurea, pero desaparece a los segundos. Mi mente se desprende de cada uno de los sentimientos que surgen una y otra vez como una cascada arrojando el agua hasta el infinito, desasiéndose de lo sobrante, desprendiéndose de todo su caudal para quedarse seco y sin nada. Puedo mirarte y no sentir nada, puedo tocarte y aun sentir menos. Puedo poseerte y ni siquiera me llenaría… pero el terror viene a mí cuando puedo mirarte y mentirte, cuando mis manos pueden hacerte pensar que continuo vivo aun estando mas frías que la nieve. Pero también, a los segundos desaparece ese temor.

¿He de desaparecer y ocultar mi mal, o he de continuar mi extraña existencia dejando regueros de frialdad e indiferencia? Como un animal que caza por placer y deja pudrir a su presa, como un cazador que abandona su premio sin observar ni siquiera donde ha alcanzado su arma al animal… así siento que son mis actos, al principio atroces, luego indiferentes… para terminar con un sonrisa de desprecio.

Necesito volver a sentir ese corazón muerto vivir, sentir que mis pulmones se hinchan y expulsan un aire corroído, sentir frio y calor, sentir mi mirada llena, mis manos puras; sentir todos esos sentimientos tan mundanos como despreciables… pero a la vez, tan necesitados y venerados. Desconozco como acabe de este modo, tal vez no quiera recordarlo, tal vez ni siquiera pensarlo, pero necesito a ser el mismo, necesito sentir lo mínimo para volver a ser humano. Pero el no saber como hacerlo, me inunda de impotencia e ira… y la frialdad, me acoge de nuevo.



jueves, 17 de noviembre de 2011

La belleza del beso

Mirando la pantalla vacía del ordenador pienso. Pienso en todo lo que ha ocurrido a lo largo de esta última temporada. Partes buenas, parte no tan buenas. Buenos recuerdos y recuerdos inolvidables. Sientes palabras, escuchas caricias… todo te envuelve en un calor tan frío que te hiela el mero hecho de recordar que ya no están aquí, que ya no están al rededor, que todo se ha convertido en un sueño, en una futura fantasía, en una triste pesadilla que mi mente reproduce desde que el agua fría corre por mi cuerpo en el amanecer de la llovizna o al cerrar mis parpados en la auge de la luna.

Por cada recuerdo el sentir se convierte en algo tan diferente como el fuego al hielo, como e agua al desierto. Recuerdas cada momento juntos. Ella al sorprenderte por la espalda, sintiendo en tu pecho sus manos apoyadas notando tus latidos, En la espalda sus brazos intentando aferrarse a ti, su cara junto a la tuya y el beso que te regala para reconocerla. También abrazos que vislumbras desde la lejanía y reconoces por el brillar de sus ojos. Miradas interminables que se funden en un beso, miradas que jamás mueren. Besos que terminan en un beso. Besos que terminan en caricias. Besos que nunca empiezan pero que jamás acaban… besos… besos… al final solo termino recordando los diferentes besos que han ido recorriendo mis labios.

Besos apasionados, besos simples pero mortales, besos suaves, besos fuertes, besos enamorados, besos tímidos, besos atrevidos, besos que robas, besos que te roban… cada beso es diferente, cada sentimiento es incomparable. ¿Qué es un beso? ¿Una muestra de cariño, de amor, de odio, de pasión, lujuria, aprecio, locura ?... cada beso contiene un mundo, un mundo inexplorado que descubrimos con cada milímetro de nuestros labios, veleros sin rumbo que recorren mares hasta chocar contra arrecifes, en mares violentos o pacíficos, en mares lluvioso o soleados, con batallas a filo de espada, o sin ellas… cada beso, es un viaje. Cada viaje, es una caricia al mundo.

De pie, sujetándola la cintura, mirándola a los ojos. Poco a poco bajando la mirada para observar sus labios que ella se muerde por impaciencia de fundirse en un roce que inundara su codicia por el tacto. El primer beso. Sientes la timidez en el nerviosismo que corre por tu cuerpo gritando e intentando mantener esa cordura que sabes que perderás conforme continúes en el tiempo manteniéndote fusionado a ella. El último beso rompe barreras. Como un león saltando por un aro de fuego, te asusta y te sorprende. Pides más pero ambos sabemos que es imposible. Tan complicado de ver como de sentir, notando el fuego a ambos lados, velando por el último beso que construiremos juntos. Pero no lo sabes. Tienes suerte de recordar cada movimiento, cada olor, cada sabor de ese último beso para recordarlo una y otra vez en tu soledad… y deseando tener un último primer beso… otra vez…