jueves, 12 de marzo de 2009

collige, virgo, rosas

Y ahora que se acerca el fin solo pienso en aquellos momentos que estuvimos juntos, en aquellos momentos en los que podía ver aquellos ojos tan verdosos como el frondoso bosque que me rodea. Recuerdo tu aroma como el olor que produce un campo lleno de rosas, recuerdo tu pelo, rizos dorados que caían como una interminable cascada dorada. Sueño con aquel momento en el que nuestras manos se junten y nuestros corazones se alineen.

¿Pero que tengo y he tenido? Tengo mi soledad aferrada como una espina en mi garganta clavada, la tengo, la siento y la odio. Maldigo aquel día en el que te perdí, en todo aquello que mis palabras dijeron y en lo que sentía mi corazón. Tal vez nunca te tuve, tal vez nunca te tendré… pero al fin te dije lo que sentía, por fin te dije la causa de mi enfermedad, la causa de mi agotamiento… la causa de todos mis males. Te amo. Te amo como el sol a las estrellas, te amo como aquella abeja que buscaba un sutil pétalo en un campo de hermosas y coloreadas flores.

Te amo sin medida, te amo sin mentiras. Lo susurro, lo digo, lo grito.

No sé cómo acabara esta historia, no sé cómo acabara este relato digno de cualquier sueño que despertamos al caer, de hermosas criaturas mitológicas de cabellos de serpiente, de pasiones envenenas por amores dormidos y sobre todo de un amor sin medida capaz de traspasar hasta la ultimas de las fronteras.

y disfruto de este mal... porque quien sufre de amor, padece de locura

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