Con la llegada del invierno, las aves
emigran tan pronto como el frío se aproxima. Abandonan los cielos que puedo
contemplar dejando un lienzo en un azul oculto por oscuras nubes. ¿Volverán las
oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar? Se preguntaba Bécquer. Todo
se ha ido, se ha desvanecido. Todo aquello a lo que me aferraba le han crecido
alas y echado a volar sin previo aviso. Sentimientos, corazones echan a volar
como miles de salvajes golondrinas abandonándolo todo a su alrededor. Sin golondrinas,
ni lunas ni soles. Oscuridad.
Siento que todo me ha abandonado
tan rápido como prende una cerilla que jamás se consumirá, pero que tampoco
calentará. Frío fuego, luz negra cegadora que esparces temores donde antes había
ilusiones, ¿Dónde está la vida? ¿Dónde está ese brillo resplandeciente en nuestras
miradas? ¿Dónde están las oscuras golondrinas de las que jamás sabré si volverán sus
nidos a colgar?
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