miércoles, 19 de noviembre de 2008

Aquella bestia, que tal dia amo...

Y ahora que ya me has visto, que has visto lo que soy, y como soy ni me miras. Y que antes, con tanta afán me hablabas, me hablabas cuando aun no sabias quien era, ni como era. Ahora que me he levantado la máscara huyes, huyes por lo que soy, huyes por lo que me he convertido. Y pensar que seguirías a mi lado aun cuando nuestros rostros se vieran…

¿Es mi cuerpo de animal el que te hizo huir? ¿Son mis fauces las que te hicieron chillar? ¿Son mis ojos negros los que te hicieron retroceder? Que mas da… vuelvo a la soledad de mi castillo, donde las sombras y las rojas rosas son mi fiel compañía. Ya no soporto verme en los espejos, los rompo, los destrozo. Y tu… que tan bella merodeabas por mis jardines un día de invierno, con tu abrigo de lleno de blanca nieve, y yo te acogí… mas tapado… para que no me miraras a los ojos… ni a lo que me convertí. Con el tiempo pensé que tus muestras de cariño eran dadas por tu generosidad, por tu simpatía… mas cuando me viste… todo ello en ti desapareció… se difumino… y ahora… ablando solo enfrente del helado cristal mientras caen los primeros copos de nieve observo lo que tal vez, en otra vida y en otro lugar… puedo ser… y blandiendo mis garras contra el pecho desgarre toda carne que pude encontrar en mi… mas no morí… ni mi corazón encontré… ya no estaba… ya no había nada… solo quedaba la sangre que en un tiempo bombeo… sangre negra… sangre muerta… sangre envenenada por algo llamado amor.

No hay comentarios: