domingo, 23 de noviembre de 2008

La ira del dolor

En el oscuro cielo, oculta tras las nubes lluviosas, se alzaba la blanca luna. Aquella noche la luna estaba oscura. Alzo la mirada viendo que la luna estaba oculta y que sus rayos de luz no incidían en la tierra… todavía. Sabia que pronto pasaría, que pronto seria iluminado por la terrible luna y entonces ocurriría… ocurriría aquello que había luchado año tras año por que nunca jamás sucediera… pero hasta el momento no lo había conseguido.


Corría por las oscuras calles mojadas de la lluvia, pisando charcos los cuales su sonido era oído por todas las calles gracias al eco. Intentado correr para dejar atrás a su sombra intento esconderse debajo de un pequeño puente que conectaba las pos partes de la pequeña ciudad. Entonces apareció. La luz incidió directamente en el suelo provocando su iluminación, entonces empezó todo. La transformación empezó. La piel se le desgarraba dejando salir un hilillo de sangre a la vez que le brotaba una nueva carne color marrón llena de un pelaje duro y suave. Los ojos se volvieron negros, su boca, se fue transformando hasta convertirse en un poderoso hocico. Su dentadura aumento, dejando Salir unos largos colmillos blancos como la misma luz de la luna. Sus orejas se volvieron peludas y picudas. Toda su ropa se quedo destrozada al aumento de su tamaño. Dejando los restos de piel y ropa en el suelo desgarradas. Cayó al suelo. Su respiración se hizo profunda, su saliva colgaba de su sedienta boca llena de afilados cuchillos.


Sus ojos se abrieron de repente. El negro de sus poderosos ojos relucía como las perlas en aquella oscura noche. Levantándose con lentitud y pesadez se puso sobre sus cuatro peludas patas llenas garras. Miro al frente, a sus lados, no había nadie, y a si alguien hubiera estado cerca habría huido de esa monstruosidad. Cuando hubo observado su alrededor se levanto sobre sus patas traseras, y mirando a la luna hizo su poderoso aullido. Aquel aullido se extendió por las oscuras calles, provocando que gatos, ratas y demás seres que habitaban los alrededores del pequeño puente salieran despavoridos en busca de su salvación. El los negros ojos de aquel animal peludo pero con cuerpo medio humano, podía verse el odio en sus ojos, las ganas de venganza en sus dientes y el dolor en todo su ser lleno de viejas cicatrices ahora rodeadas de aquel pelaje marrón. Buscaba lo que le pertenecía, buscaba piedad en este mundo para un ser tan diferente… ya no había vuelta atrás, ya no había escape posible. Ya lo era, ya era la bestia que con tanto esfuerzo intento por retener… ahora solo quedaba el tiempo… y la salvación por aquellos que le hicieron aquellas cicatrices y que merecían la muerte o algo pero… ser devorados vivos mientras ellos mismos se ven llenos de sangre, vísceras y su corazón destrozado. Nadie nunca se quiso hacer monstruo, sino que aquellos con los que lo utilizaron y jugaron con el lo convirtieron en lo que es… aquel monstruo que portaba las garras y los colmillos de la justicia y ahora la justicia, su justicia… solo pedía sangre.

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